Son incontables los rezos que recibe el cielo cada día. Millones de personas interpelan a la divinidad buscando una salida a sus problemas, o un consejo, o un apoyo. Y Dios se caracteriza por hacer caso omiso a todos ellos. De hecho, salvo por los testimonios literalizados de los libros sagrados, el mundo moderno no cuenta con ningún tipo de prueba concreta sobre la existencia de Dios, sino más bien todo lo contrario.
Sin embargo, en la mañana de ayer se produjo el milagro. Dios se apersonó en forma humana, respondiendo los insistentes pedidos de Mabel, una niña de 11 años diagnosticada con una forma de cáncer terminal e imposible de tratar. Después de escuchar los múltiples pedidos por parte de la niña de que la curase de forma milagrosa, como lo ha hecho en el pasado, Dios contestó que “no”.
“¿Pero vos qué te pensás, Mabel? ¿Que yo ando por la vida deshaciendo el destino de las personas porque sí?“, le increpó el todopoderoso, mientras su familia y amigos trataban de salir de su estupor. “O sea, super egoísta tu postura, nena. Vos si tenés cáncer es porque mi voluntad superior, divina e incuestionable así lo quizo, así que a juntar valor, que estuve viendo lo que fue tu vida y tampoco se si se te va a conceder la entrada al Paraíso”.
Acto seguido, la figura de El Señor se esfumó entre la bruma y una bandada de palomas deambularon por la sala de espera, entonando vuelo hacia un horizonte de luz. Al acercarnos a pedirle una declaración exclusiva a Mabel, decidió simplemente proferir un grito de “¡Qué cagada!” y luego caer muerta.