Ulises es igual a cualquier otro niño. Le gusta jugar a la pelota, tomar chocolatada y divertirse con sus amigos. Lo único que lo diferencia es que él no puede hacer ninguna de esas cosas, porque tiene que producir 25 zapatillas por día en un taller textil clandestino del barrio de Villa Crespo.

La ciática me está matando, viejo, qué querés que te diga”, nos comenta Ulises, con un cigarrillo en la boca. “Vamo’ a tener que hacer rápido esta notita que a las 8 tengo que ir a hacer malabares a Córdoba y Laprida”.

Cuchame, yo tengo 3 laburos. Hago esto de las zapatillas acá para Awada de 8 a 18, después me voy a hacer malabares a un semáforo y termino el día pidiendo monedas en el subte… y después dicen que no hay laburo! No, papá, en Argentina el que no labura el que no quiere“. 

Mientras trata de recuperarse de que lo que parece ser una tos profunda, prosigue: “Yo todo lo que tengo me lo gané la-bu-ran-do. A mí nadie me regaló nada. Ahora estos bolivianos que laburan conmigo en el taller se quejan de que las horas, de que el patrón, de que los latigazos, pero por favoooor. Estos no saben lo que es esforzarse por lo que uno quiere, loco.