Una esclarecedora investigación realizada mediante un cruce de años de compilación de data podría indicar que manifestarse enérgicamente a favor o en contra de algo mediantes posteos en redes sociales podría no influir de ninguna manera sobre la realidad como la conocemos.

Estas sorprendentes conclusiones fueron el resultado de comparaciones empíricas entre cientos de posteos de Facebook que denunciaban con mucha fuerza la inferencia de una situación; y otra comparación de los cambios sucedidos en esta situación, después de la publicación de los estados.

“Estoy completamente conmocionade”, asegura Pablo, un estudiante de 22 años que todavía vive con sus padres. “Durante mis tardes de ocio me juré y perjuré que iba a cambiar el mundo tal cual lo conocemos mediante mis incisivas palabras, pero después de leer los resultados de estos estudios, ya no se qué hacer con estas ganas de mejorar el mundo que tengo.”

Es difícil la situación tanto para Pablo, como para muchos otros jóvenes que, en lugar de accionar sobre la realidad haciendo trabajo social, militancia, emprendimientos o algún tipo de proyecto que involucre salir de la casa; dan por terminada su intervención sobre el mundo real escribiendo sus opiniones en mayúscula.