El periodismo es un oficio que no tiene descanso. Las noticias pueden aparecer en cualquier lugar y a cualquier momento, y prueba de esto fue la manera en que encontramos esta primicia, mientras íbamos de la redacción a la casa del director, para tener una reunión.
“O sea, esto es así, yo no te digo que venga un Videla, viste, ese se pasó, pero ponele un Massera, un Biondini, entedé? Alguien que ponga un poco de orden en tanto quilombo. Lo dejá un par de años y despué lo volteá, acá no aprenden de otra manera. Los milicos te mataban, pero lo bueno es que te dejaban vivir“, nos educó el chófer que nos llevaba.
“El tema son los pibitos estos que fuman paco, qué haces con esos? Los tenés que matar, porque educar no los podé educar, entendé? Y las mina? Qué me decís de la mina? Pollerita por acá, qué se yo, pero no le podés decir nada porque ahora son todo violine“, prosiguió durante una buena media hora.
Nota del autor: Resumimos el valioso testimonio en dos párrafos, porque nos parecía que transcribir los 35 minutos de viaje podía ser un poco redundante.